Sábado 22.06.2013
EL DIARIO VASCO

En compañía de filósofos Expertos de todo el mundo se reúnen en San Sebastián para hablar sobre el legado de Leibniz.

Las ideas sobre tolerancia, diálogo y justicia del genial matemático y filósofo alemán son ahora más necesarias que nunca

JAVIER GUILLENEA

Hans Poser alzó una copa de vino y propuso un brindis que aceptaron los presentes. Le replicó Bernardino Orio, quien utilizó la fórmula empleada hace siglos por Gonzalo de Berceo. «Quiero hacer una prosa en román paladino», comenzó, para concluir, copa en alto, con un «bien valdrá, como creo, un vaso de buen vino».

Los dos filósofos y sus compañeros de profesión y pensamientos rendían tributo de esta manera a un ferviente defensor de la tolerancia, el diálogo y el acercamiento entre religiones. Homenajeaban a un hombre convencido de que el Estado no solo debe mantener la paz y la justicia, sino contribuir de forma activa al bien estar general. Su brindis iba dirigido a una persona a la que se le ha calificado como «el último genio universal».

El hombre se llama Gottfried Leibniz, nació en Leipzig en 1646 y para hablar sobre él se han reunido en San Sebastián medio centenar de filósofos de todo el mundo que han participado en el V Congreso Internacional de la Sociedad Española Leibniz para Estudios del Barroco y la Ilustración (SEL). Tan largo nombre es corto en comparación con lo que hizo Leibniz en vida. Fue tanto que aún se desconoce la totalidad de su legado.

Donostia ha acogido esta semana a los mejores especialistas en Leibniz, que se h an dado cita en la Facultad de Filosofía de la UPV/EHU para compartir respuestas y preguntas sobre el filósofo alemán. Entre los pasados lunes y jueves, los expertos han explorado los extensos

[...] [Los] territorios que recorrió Leibniz [...] han abierto las puertas a zonas aún inexploradas de su pensamiento. «Escribió millones de hojas, junto con Voltaire ha sido el autor de cartas más prolífico de la historia», afirma Lorenzo Peña, profesor investigador del Instituto de filosofía del CSIC.

Además de filósofo, Gottfried Leibniz fue matemático, físico, ingeniero, inventor, bibliotecario, diplomático, jurista, político y empresario. «Era un hombre de una cultura impresionante al que todo le interesaba y, lo que es más difícil, estaba casi desprovisto de prejuicios», explica Marisol de Mora, catedrática de Filosofía de la UPV y presidenta del congreso, que no oculta que tanto ella como sus compañeros que se han dado cita en San Sebastián son «admiradores» del genio alemán.

Es mucho lo que se sabe de Leibniz y también es mucho lo que se desconoce. «Él estudiaba y leía escribiendo, hay armarios llenos de folios escritos por él y muchos de ellos aún no han sido transcritos. Solo de matemáticas se calcula que quedan unas 26.000 hojas por estudiar», explica De Mora. Teniendo en cuenta que creó una calculadora universal y fue el inventor del cálculo infinitesimal, y del sistema binario, base del actual lenguaje informático, de sus escritos aún inexplorados puede surgir, según la catedrática de la UPV, «cualquier maravilla».

El origen del globo

Los brindis de Hans Posner y Bernardino Orio resuenan en el interior del Museo San Telmo, donde los filósofos se han reunido en torno a una mesa provista con austeros pintxos para dar por cerrado el congreso. Los expertos se agrupan en corros como mónadas leibznianas mientras el Premio Euskadi de Investigación y miembro de Ikerbasque Javier Echeverría habla de «lo que aún está por descubrir» sobre un filósofo que «es de todo» y que todavía puede «aportar joyas».

Echeverría ha participado en el congreso con la ponencia titulada `Leibniz: invención e innovación'.

«Deberíamos hablar e intentar influir»

El acto de clausura concluye y algunos de los filósofos se despiden de Lorenzo Peña con una ligera reverencia. Su delgada silueta oculta una azarosa trayectoria en la que ha vivido el exilio y la clandestinidad en la lucha contra el Franquismo. «He pasado experiencias amargas pero no sería el que soy si no hubiera sido por el exilio», afirma.

Lorenzo Peña explica que en Francia «la presencia del filósofo en la vida pública es mucho mayor que en España», donde la clase política y empresarial «no tiene interés por la cultura». Leibniz pensaba que el filósofo debe tener una responsabilidad social, y es lo que ha ocurrido en Túnez, donde «han salido a la palestra pública». A juicio de Peña, en España «los académicos hablamos en términos abstractos y vivimos demasiado confortables». «Los filósofos deberíamos hablar e intentar influir sin esperar a que nos pregunten», asegura. [...]

El título del congreso ha sido `conocer, dialogar, inventar y transformar', palabras que podrían formar parte del lema de un partido político en las próximas elecciones. «Queremos que todo lo que hagamos revierta en la vida social, ética y política del país, luchamos para tener una mayor presencia en la sociedad», asegura Concha Roldán, presidenta de la SEL y directora del Instituto de Filosofía del CSIC. Y una de sus herramientas bien puede ser Leibniz, quien «está lejos de estar muerto», según Lorenzo Peña.

El filósofo del CSIC recuerda que con su afán por la tolerancia y la justicia, Leibniz podría aportar a la socieda d española actual su «lucha contra la arbitrariedad no solo en los políticos sino también en los empresarios». «Hay que tener en cuenta --añade-- que nuestras decisiones tienen consecuencias y cuanto más poder tengamos la consecuencia es mayor. En nuestra sociedad, Leibniz buscaría las razones de las cosas, porque es un adversario de la arbitrariedad y los gobernantes deben tomar sus decisiones por una razón de ser». Por ese motivo, Lorenzo Peña cree que no estaría mal regalar a la clase política española «un libro de Leibniz» para que, por ejemplo, leyeran algo sobre «su concepto de justicia».